24.5.11

Un toque de infidelidad

No es Joel Schumacher director de grandes películas ni tampoco merecedor de grandes halagos aunque no se le haya dado del todo mal la taquilla, un claro ejemplo de que el éxito y la calidad no van necesariamente de la mano.

Su cine es mediocre y prescindible para los cinéfilos más exigentes pero creo que para ser un poco mas justos podríamos salvar al menos "Un día de furia" nominada a la Palma de Oro de Cannes en 1993 y una de las más destacables actuaciones de Michael Douglas por la que por cierto no obtuvo reconocimiento alguno.  También para amantes de los musicales entre las que me incluyo, su versión de "El fantasma de la ópera", cumple su función teniendo poco que envidiar a la magnífica representación en Broadway, de la que hace años pude disfrutar.

 

Al cierre de los años 80, Joel Schumacher podía presumir de haber dirigido 2 sonados éxitos en taquilla - "St. Elmo Punto de Encuentro" y "Jóvenes Ocultos" e iba camino de convertirse en el director de jóvenes promesas de moda cuando optó por dirigir un una comedia familiar de temática cómoda y poco arriesgada, la impopular y olvidada: "Un toque de infidelidad" remake de la pelicula francesa de 1975  "Cousin, cousine"  dirigida por Jean-Charles Tacchella.


Por supuesto y como era de esperar, la crítica se apresuró a proclamar la grandeza de la versión de Tacchella en comparación con la desafortunada americanización de Schumacher, algo innecesario si tenemos en cuenta no sólo la diferencia de origen cultural de ambos directores sino también el público al que va dirigido cada versión. La versión francesa es reconocida y admirada posiblemente sólo por europeos, mientras que la versión americana puede ser apreciada por toda la parte occidental del planeta al menos.

En este caso, la pelicula ocupa un puesto marginal que puede ser atribuible no sólo a la crítica que es excesivamente dura con los directores americanos fascinados por el atrevimiento francés, sino también a otros desequilibrios en la elección de los actores por ejemplo - Ted Danson no aportó la dósis de romanticismo que se requiere de un papel como el de Larry. Sin embargo, la historia es sencilla, entretenida y se deja ver con amabilidad.

Acostumbrado a grandes y bulliciosas reuniones familiares, Larry Kozinski (Ted Danson) asiste a la boda de su tío Phil. Allí conoce a la hija de la novia, Maria Hardy (Isabella Rossellini). Entablan una relación de amistad inconscientes de que tienen más en común de lo que creen dado que la mujer de Larry, Tish (Sean Young) y el marido de María, Tom (William Petersen), tienen una aventura.

Larry es un profesor de baile de salón que vive en lo alto de un restaurante chino y al que no le preocupa demasiado las posibles infidelidades de su mujer -"La gente tiene que hacer lo que sientan que deben hacer". 

Sin embargo María se lo toma en serio y al día siguiente se acerca al trabajo de Larry para preguntarle si piensa que su mujer está teniendo una aventura con su marido. En un ataque vengativo, resuelven pretender que están teniendo un romance, pero pronto descubren que no es ficticio. Y es aquí cuando comienza el flirteo pictoresco de los protagonistas compuesto de largas caminatas y baños al sol hasta que culmina en una escapada de ambos en la Harley de Larry hacia la deseada libertad. De vuelta a la realidad, sus parejas, conscientes de la nueva situación, reaccionan alarmados y comienza así un pulso entre los cuatro.


Es una película básica y de amor, si, pero también es una tarde romántica en Canadá, un paseo en Harley o un baile al son del "With or without you" de U2. 
En cuanto a los personajes, Petersen es un mujeriego comercial de la BMW, Rossellini una mujer con prejuicios consciente de que su marido la ha dejado de amar pero prefiere seguir siendole fiel y permanecer a su lado, Danson es cándido pero inspirador y Young se casó con el hombre equivocado.

El resto de los personajes son esenciales para mantener el tono y la historia, en particular el padre de Danson, un hombre con experiencia y de espíritu libre que interpreta un experto Lloyd Bridges.
Bridges se lleva las mejores frases de la pelicula, contribuyendo impagables consejos tanto a su hijo como a su nieto Mitch - un aspirante a cámara en plena pubertad interpretado por Keith Koogan.

De trasfondo, encontramos a la madre de María, Norma Aleandro - quien enviudece y se vuelve a casar en el transcurso de la película y a la tía Sofía - Gina DeAngelis-, quien borda el papel de anciana gruñona presente en todos los eventos familiares.

María es un personaje imposible de odiar, es adorable, discreta, tímida, dulce. En un escena de la pelicula, en la que Larry y ella acuerdan encontrarse "accidentalmente" en un restaurante al que acuden con sus respectivas familias, se convierte en un momento burbujeante para ella en el que debe estar a la altura de la trama. Rosselinni se presta a este personaje con facilidad, expresando su timidez y reserva con actitud seductora sólo empañada por los modelitos excesivamente monjiles que luce.

La película es un producto ejemplar de un tipo de cine que se comienza a realizar a finales de los años 80 de la mano de directores como Schumacher, John Landis, Bernardo Bertolucci, Peter Weir o Rob Reiner.
Magnolias de acero, El cielo se equivocó, Historias de Nueva York, La guerra de los Rose, Una cana al aire, Cuando Harry encontró a Sally son algunas de la larga lista que componen el legado de una época menos respetada y más despreciada que las anteriores.

Es cierto que es poco creíble - la infidelidad tratada desde la comedia es mucho menos complicada que en la vida real - pero es humorística y es ahí precisamente dónde reside la esencia de historia. Es la celebración del deseo carnal envuelto en comedia para que nadie se sienta profundamente herido. En la vida real, este tipo de desaires amoroso convertiría una reunión familiar en un baño de lágrimas y sangre pero en el mundo de "Cousins", su título original, todo el mundo sonríe y el sol parece que siempre esté brillando. 


Parte de la película fue rodada en Vancouver, Canada, y es notable la belleza de algunos de los entornos en concreto el de la casa en medio de un bosque y a hacia la que Larry y María escapan para vivir el tan anhelado momento.  Schumacher complementa la cinematografía con las melodías compuestas por Angelo Badalamenti, conocido principalmente por su trabajo en "Twin Peaks".  Su banda sonora va aumentando su fuerza e intensidad a medida que los protagonistas van desarrollando su relación, culminando en un el waltz de la escena final.  Evidentemente la película fue penada por la crítica quien la consideró un "tosco y desorientado esfuerzo por sustituir manzanas por naranjas, siendo las naranjas en este caso las actitudes morales a los que se enfrentan los franceses casi de manera natural, como algo frecuente y casual, no siendo esto nada admisible en la sociedad americana."

Para terminar, os dejo una de las mejores frases del gurú de la película, Lloyd Bridges:

"Sólo tienes una vida que vivir. De ti depende que sea mierda de pollo o ensalada de pollo"



19.5.11

La fertilidad mental de Woody

Me disculpo de antemano si me muestro intensa, abrumadora e incluso algo excitada en esta entrada, pero si habitualmente me resulta difícil ser objetiva y crítica con las peliculas que me gustan, con "Midnight in Paris" más que difícil, me es ciertamente IMPOSIBLE.

Imposible no deleitarse con el ingenio, el buen gusto y la originalidad de una fascinante historia  que prefiero no desvelar en este post por ser precisamente su principal encanto.

Imposible no encontrar en ella todo lo que se debe encontrar en una película: diálogos entretenidos pero sin desmerecer la inteligencia, situaciones ocurrentes e inauditas pero también cercanas y deseadas.

Imposible no entusiasmarse al apreciar los parecidos razonables de sus actores con los personajes que interpretan.

Imposible no retener entrañables escenas Allenianas en nuestra memoria tras haber disfrutado de esta fabulosa fábula Parisina!.

De acuerdo, algunos se llevarán las manos a la cabeza por la perspectiva tipo "Españoles en el mundo" o "Callejeros viajeros" que nos ofrece Woody de la capital francesa al comienzo de la pelicula, pero ¿a quien le amarga recorrer parte de los rincones más bellos del planeta al son del "Si tu vois ma mère" de Sidney Bechet desde nuestro asiento de una oscura sala de cine?. 


De acuerdo, en Cannes se cuenta que el aplauso fue poco generoso y demasiado educado. Está claro que para algunos será su mejor película desde que comenzara su declive con "Celebrity" en 1998 (opinable por supuesto) y para otros sólo una prolongación de sus anteriores obras simétricas.

Pero lo cierto para mi, y espero poder demostrarlo ahora, es que Allen no hace sólo un tipo de película aunque en su estética, estilo y principales temas (hipocondria, muerte, pesimismo, sexo, raza, la plácida odisea de las ciudades, la cuestionad "incultura" del ciudadano norteamericano, la identidad...) sea transversal, siempre consigue introducir toques de distinción convirtiéndolas en únicas.

Asi pues, "El Dormilón" y "Bananas" son dos grandes farsas; "Otra mujer y "Maridos y Mujeres" se caracterizan por su complejo dramatismo, "Misterioso asesinato en Manhattan y "Sombras y Nieblas" manipulan el misterio, en "Acordes y desacuerdos", "Días de Radio" y "La rosa púrpura del Cairo" nos paseaba por otras épocas, y se tomó ligeramente más en serio los crímenes en "Match Point" y Delitos y Faltas". También se atrevió con el musical en "Todos dicen I love you" e incluso se aventuró en el falso documental  "Zelig" a emplear nuevas técnicas de rodaje.
Me muero por destriparla para después recrearme en cada uno de sus encantos, pero por solidaridad con vosotros, grandes cinéfilos, no lo voy a hacer, me he limitado a manifestar mi rotundo YES ALLEN CAN! y a esperar que si podéis, no renunciéis a 94 minutos de genial ingenio.



16.5.11

Una dama brillante (2a parte)


Retomando el repaso a la vida y carrera de nuestra brillante dama, Liz Taylor, nos encontramos en 1957, tras haber impresionado a la crítica con Gigante, Liz interpreta a Susanna Drake junto a su inseparable Monty Clift en: El árbol de la vida.

Su papel de bella, exótica y mimada sureña le valió la nominación al Oscar que se terminó llevando Joanne Woodward por "Las tres caras de Eva". 

El rodaje de la pelicula no debió de suponer un trago demasiado agradable para el equipo, aunque si que lo fue para Clift, bebedor empedernido. Para Liz tampoco fue fácil - embutida en los costosos trajes de época que exigía el guión, la actriz se desmayó en más de una ocasión por hiperventilación. Supongo que no soy la única que ha pasado largas tardes de domingo anhelando ser arrojada a los brazos de Clift y también ser la dueña de esos espectaculares trajes.

Aún así, la próxima parada de Liz no tiene nada que envidiar a esta. Es el turno de jugar a ser gata con Paul Newman de la mano de Williams y Kazan en La gata sobre el tejado de zinc caliente.

"The New York Times" califica su interpretación de Maggie de "magnífica como la mujer jadeante e impaciente, que desea el amor de su marido tanto como su herencia."
Es difícil encontrar una mala crítica sobre su capacidad interpretativa en esta pelicula. 

Es unánime - Liz lo borda, como también hiciera, aunque quizás con mucha menos repercusión, en la siguiente obra de Tennessee Williams que lleva a la gran pantalla: "De repente el último verano".  

Su personaje es Catherine, una sobrina perturbada por una experiencia del pasado al que debe enfrentarse para asegurar la tranquilidad de su tía. Monty Clift la acompaña de nuevo en esta aventura en el papel de un médico que debe practicarle la lobotomía a petición de su tía interpretada por una soberbia Katherine Hepburn. Esta es, ciertamente una película que, sólo por la icónica imagen de Liz en bañador saliendo del agua merece una entrada aparte que pronto tendrá, por lo que no me detendré en demasiados halagos y detalles pero es importante destacar en este punto, el carácter arriesgado de Liz al participar en obras de Williams, de gran respeto y admiración en la actualidad pero desde luego, muy cuestionadas y polémicas en su tiempo.


Liz tenía sólo 28 años cuando rodó Butterfield 8, la pelicula que le valdría su primer Oscar. Interpretó a Gloria Wandrous, una "call girl" de Manhattan de vestidos negros y collar de perlas alentadora del deseo.
Este tipo de papeles centrados en superar el pasado, el presente y reconvertir el futuro, son materia prima para actrices aspirantes a una estatuilla. Liz la consiguió en esta ocasión pero los rumores apuntan a que tuvo más que ver el hecho de que no se lo concedieran cuando se lo mereció por su interpretación en "La gata..". También se comentó que durante las consideraciones de los Oscars, Taylor estaba rodando "Cleopatra" y había contraído una enfermedad, lo que hizo al jurado sospechar que esta podría ser su última oportunidad, y no dudaron en otorgarle el deseado galardón.




La llegada del personaje de Cleopatra en 1963 cambió la vida Liz Taylor para siempre. Conocer a Richard Burton, como todos sabemos por sus incontables manifestaciones sobre su relación con el, marcó un hito no sólo en su vida, también en su carrera. Por ejemplo, su romance prestó a Cleopatra un look tan icónico que la industria de la belleza nunca pudo agradecerselo lo suficiente - nunca nadie llevó la oscura sombra de ojos como ella.

En 1966, y después de ser dirigida por Minelli junto a Burton de nuevo en "Castillos en la arena" llega el papel por el que más se le ha reconocido a nivel interpretativo - Martha en la cinta de Mike Nichols "¿Quién teme a Virginia Woolf?", repitiendo experiencia con su ya marido Richard Burton. Ambas carreras se tambaleaban cuando Nichols les concedió el honor de interpretar la que fue para muchos, la obra de la década. Liz había demostrado su capacidad para autoflagelarse y conducirse hacia un intenso estado emocional lo que, acompañado por la intuición de Nichols para ganarse su confianza, le procuró su mejor papel.

Tras ¿Quién teme a Virginia Woolf?", a su curriculum se sumaron peliculas como la despreciada, dirigida por Huston y encabezada con un reparto de lujo junto a Marlon Brando: "Reflejos de un ojo dorado",  o de corte británico como "Under milk wood" junto a Burton de nuevo.

Recientemente la pude ver en un clásico de Agatha Christie  "El espejo roto" en la que se reencuentra con su compañero de profesión y apreciado amigo Rock Hudson. En la película de 1980, Taylor da vida a Marina Rudd, una actriz de capa caída alrededor de la cual se comete un asesinato. No desvelaré la trama, pues siempre es aconsejable que si no la habéis visto, lo hagáis, pero si merece la pena contar que según se dice, ha sido inspirada en un episodio de la vida de la actriz Gene Tierney que la marcaría para siempre.

Siendo Natalie Wood la primera opción para interpretar a Marina y habiéndolo rechazado, Taylor se hizo con el papel que le valió uno de los reconocimientos finales de su carrera.

Después se entregó a series, miniseries y doblajes en los que aparecía de manera honorífica y con apariciones breves pero estelares, como ella.   

2.5.11

La edad de la inocencia: un festival para los sentidos

No suelo enredarme con demasiados detalles en mis posts, pero el tiempo se detiene para mi cuando me recreo en una de las historias que mas aprecio, la de "La Edad de la Inocencia".  Esta obra ha sido carne de cañón para adaptadores desde su  publicación en 1920. El éxito fue tal que incluso le valió a Edith Wharton el Pulitzer el mismo año en el que a las mujeres americanas se les garantizaba el derecho al voto.

Es significativo, a modo de introducción,  que el comité de uno de los más altos galardones de la literatura americana de todos los tiempos, le concediera a una mujer y por si no fuera suficiente, a una novela con dos mujeres protagonistas, una de las cuales podía haber sido demonizada en aquellos tiempos, tan distinguido reconocimiento. 

Cuando escribió la novela, Wharton ya había sobrevivido a 25 años de infeliz matrimonio, haciendo la vista gorda ante las infidelidades de su marido y sus turbios negocios. Desafiando convencionalismos, se divorcia y comienza una nueva vida en un entorno deseado: París. Es aqui dónde Wharton se propone convertirse en una de las principales intérpretes del realismo social. En París da rienda suelta a sus aspiraciones y nos entretiene con gran maestría al reflejar el modo de vida y de pensamiento de la alta clase social neoyorquina en 1870 bajo un título un tanto irónico según descubriremos al adentrarnos en la historia de"La Edad de la Inocencia".

La historia 

Cuando la Condesa  Olenska regresa a Nueva York tras un fallido matrimonio con un Conde ruso, es acogida por su familia en un entorno plagado de desdeñable curiosidad, fingida amabilidad y falsos testimonios. Newland Archer, el prometido de su prima May, se ofrece para asistirla y apoyarle en todo cuanto pueda necesitar durante su periodo de adaptación a su nueva vida, sin embargo el inocente ofrecimiento se complica ante su inesperado enamoramiento de la Condesa. Archer desprecia la soberbia que destila su propia clase social, sin embargo no puede prescindir de ella, esta atrapado en su propia red y no ve escapatoria. El miedo a si mismo y a la decepción le obligan a tomar la decisión que condicionará el resto de su vida. Una bella historia de amor ambientada en 1870 en la que la máxima es la apariencia y el deseo contenido de los personajes principales, el telón de fondo."Era el espíritu del exquisito dolor romántico. La idea de que el sólo roce de la mano de una mujer era suficiente. La idea de que verla al otro lado de la habitación le mantendría vivo otro año mas". Martin Scorsese


Un título con ironía

El título en si mismo cuestiona cómo de inocentes eran realmente en "the gilded age" y si la inocencia era una apariencia y no una realidad. Podemos apreciar que la organización de este tipo de sociedad favorece que la indiscreción y las actuaciones que son de todo menos inocentes, puedan ser escondidas bajo una única tapadera: la de la alta sociedad. La obra está repleta de ironía - una especie de inocencia fingida capaz de negar hasta las más evidentes manifestaciones. Bajo esta estela de apariencias, se desarrollan los más bellos anacronismos llevados a la pantalla y a las ondas casi desde su aparición.


Las primeras adaptaciones


En 1924 la Warner Bros produjo una primera adaptación muda dirigida por Wesley Ruggles y protagonizada por Beverly Bayne. Le siguió una producción en Broadway en 1928, que cerró tras 209 shows. En 1934, se estrena la versión protagonizada por Irene Dunne y John Boles sin la repercusión esperada por su      criticada excesiva duración y su flacidez emocional según The New York Times.

Claudette Colbert

Gene Tierney














La obra también tuvo su momento de gloria a través de las ondas radiofónicas en el reconocido Theatre Guild On the Air Radio en 1947 con Gene Tierney y en 1951 con Claudette Colbert. No es hasta 1993, que la  obra de Wharton vuelve a la gran pantalla y esta vez es de la mano de Martin Scorsese.


La versión Scorsese


El estilo de esta obra podría ser más atribuíble a la Merchant-Ivory que al Scorsese de obras maestras como "Toro Salvaje" o "Uno de los nuestros". Sin embargo, aunque fiel admiradora de la obra James Ivory, Scorsese no me ha dado ni la más mínima oportunidad de echarle en falta. Tras una escrupulosa adaptación con la ayuda de Jay Cocks, Scorsese se dispuso a cumplir un sueño. 



 Cuenta Scorsese que siempre sintió fascinación por un guión con esta intensidad de emociones encorsetadas y que desde su admiración por "La heredera", película de 1949 dirigida por William Wyler, fue consciente de que algún día se saldría de la violencia endémica para adentrarse en las más sutiles y delicadas sensaciones.

En la película, queda patente la predilección de Scorsese por  los personajes definidos por los códigos sociales de la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Leyendo la novela de Edith Warton, podremos entender que le condujo a realizarla. Podremos entender, que la pasión y la violencia pueden existir en lugares en el que se impone el decoro. Podremos entender porqué Newland Archer no pudo nunca liberar su frustración y aliviar su intensa pasión sentado en su salón o en las noches de òpera que definen su vida en La Edad de la Inocencia.



Otro de los elementos que pudieron inspirar a Scorsese, podremos encontrarlo en las palabras de su colaborador en la adaptación Jay Cocks quien remarca, que los temas - la pasión, el amor, la consciencia y el compromiso - son pertinentes e inmediatos y relevantes en cualquier momento y época de la historia. Ahora también tenemos los mismos problemas al querer tener lo que no tenemos y tener lo que no queremos y esto es de lo que trata esta historia."

Puede tratarse de una sus mejores peliculas, aunque desaprovechada por la crítica que al igual que sucediera con "Kundun" en 1997, se sale de la línea principal del trabajo de Scorsese.
 
El tono es otra del claras fortalezas y atracción de la historia. Como hiciera también Henry James en sus novelas, Wharton no permitía que sus personajes mostraran abiertamente lo que pensaban. Inhibidos por la sociedad y temerosos de sus propios pensamientos, las conciencias de sus personajes es transmitida por la narradora, encargada de revelar la verdad. Uno de los momentos es cuando Archer se pregunta "como pueden coexistir tal profundidad de sentimientos con tanta ausencia de imaginación".
  

El triángulo Victoriano


May Welland  es la perfecta representación del fin de la niñez y el comienzo de la juventud. Inocente y al margen de la pasión, ha sido educada para mantenerse alejada de las dificultades y el cambio: "Su incapacidad para reconocer el cambio hace que sus hijos le oculten sus opiniones creando una especie de inocente hipocresía familiar".  Tras su muerte, aparece su fotografía en la mesa de Newland reflejando la cuidada ignoracia tan criticada por Wharton: "y se murió pensando que el mundo era un lugar bueno, lleno de amor y hogares harmoniosos como el suyo".


Newland Archer, aunque pudiera parecer lo contrario, es uno de los personajes más inocentes de la historia. Nunca supo hasta el final, que su mujer fue consciente de su sacrificio durante el matrimonio, incluso después de su muerte sembró la idea de que May no vivía en el mundo real. Hasta la comida de despedida de Ellen, Newland no sabe que su familia al completo ha conspirado y maquinado cada uno de los detalles de su propia vida sin contar con el. A pesar de sus supuestas actitudes cosmopolitas, Newland no es capaz de intuir lo que se trama a su alrededor, destinado a ser utilizado por las mujeres que le rodean como una marioneta. Archer fue un hombre que amaba a una mujer y se casó con otra porque era lo correcto, o para ser más precisos, porque su entorno pensaba que era lo correcto y se aseguraron de que así lo hiciera.

"¿Es que nadie quiere saber la verdad Sr. Archer? La verdadera soledad es vivir entre personas que sólo te piden que finjas".  Condesa Olenska





La Condesa Olenska irrumpe en la vida de los personajes casi sin proponerselo, mostrando dulzura y educación aunque estas cualidades no eran suficientes para alternar con una clase social que exige códigos de comportamiento intratables para la Condesa. Sin temor a desafiar convencionalismos, no es de extrañar que esta mujer se convirtiera en el deseo de Archer - era la fruta prohibida. Su desinhibismo, belleza y estilo libre de ataduras provocaba la envidia de las mujeres en su entorno.

La actriz recuerda que "lo más universal y atemporal de la obra es lo que tiene que contar sobre las farsas de los personajes, las máscaras que tienen que llevar para ser aceptados socialmente. Eso es algo que sucede en la actualidad y cuando ves a alguien que se deja guiar por esas normas, te preguntas si podrías hacer todos esos sacrificios que hizo Newland sin convertirte en alguien desagradable."
 


 
LOS SENTIDOS


Para alcanzar la perfecta visión de la época, Scorsese contrata a  Robin Standefer, reconocida experta en estética y diseño, quien se encarga de estudiar durante dos años y medio a la sociedad neoyorquina de 1870. Su trabajo fue tan meticuloso, que llegó a descubrir que el nombre de las pinturas de Bougeureau que Wharton menciona en su obra es incorrecto.  Aparte de Standefer, decenas de consultores y expertos fueron consignados al estudio de la gastronomía, las artes decorativas o el protocolo para ofrecernos un verdadero festival para los sentidos.


EL OLFATO




Newland ejerce de regalador oficial de flores. La floristería a la acude con frecuencia, le salva de más de un malentendido y también le favorece en su conquista de la condesa. El tratamiento que le dan a  las flores tanto por May como Ellen cuando las reciben, es de tal acogida, que podemos incluso llegar a imaginarnos su olor a través de la pantalla.


No sólo las flores, sino también los perfumes son manejados de tal manera por las damas, que pueden llegar a estimular nuestro sentido. Ellen recurre a esos frascos de perfume con esencias herbáceas propias de la época para coleccionistas cuando se prepara para sus citas, olores que consiguen acercarnos a los gustos de los personajes.
 




LA VISTA






Martín Scorsese nos enmarca esta frustrada historia de amor en una estética artística brillantemente lograda en mi opinión, una de las mejores que he podido ver en el cine.

El potencial visual de la adaptación es admirable y de agradecer a Michael Ballhaus, fiel cinematógrafo de Scorsese en "Uno de los nuestros" o "Infiltrados", quien nos muestra una sociedad incrustada por sus propias posesiones.


Todo es plata, cristal, marfil o terciopelo. Los salones Victorianos están repletos de muebles, candelabros, figuras, plantas, plumas, cojines y gente vestida para adornar el mobiliario. Es como vivir posando para un cuadro.
 
La cámara se mueve muy sutilmente pero siempre se mueve. Una cámara inmóvil nos invita a observar, una cámara en movimiento es un observador. En ocasiones, Scorsese envuelve en un círculo a sus personajes mientras oscurece el resto de la escena para destacar la emoción de ese instante. Todo un despliegue de técnicas para una ambientación ejemplar.


EL OIDO




Edith Wharton asignó el principio y el final de su novela a la ópera Fausto, porque sabía que se trataba de una obra tan familiar y natural para sus lectores que lograría conectar con ellos rápidamente. Wharton utiliza la relación del Doctor Fausto con el diablo para montar los principales temas de su novela. En el antiguo Nueva York, durante los años dorados, la afición por la ópera superaba al cine o al deporte. La secuencia de la ópera fue rodada durante cinco días en la Academia de la Música de Philadelphia mientras que su entrada principal y las calles afines fueron revestidas con tierra, dado que en la época, aún no habían sido pavimentadas. 




EL GUSTO



Las principales tramas se fraguan alrededor de un desayuno, una comida, una cena o simplemente un te con pastas. La exquisitez de los platos y de la ornamentación implícita en ellos, es parte esencial de la estética de la obra de Scorsese. No solo la materia prima llama la atención, también el placer que destilan los personajes al llevarse estos manjares a la boca. Cristal, porcelana, centros de mesa, todos los detalles que reflejan el poder, el patrimonio cultural y el gusto por lo colonial.
 
Scorsese encontró la solución al reto culinario utilizando la misma estrategia que en sus películas de gangsters: detalle y autenticidad. Cada comida y su significado se investigó meticulosamente para que no faltara detalle y acertadamente la fusión de originalidad, elegancia y orden no parece estar reñido con la agradable sensación que los platos producen entre los comensales.

Las conversaciones que se generan alrededor de la mesa tienen mucho que ver con la defensa de la rigidez de la tradición, una metáfora que revela la asociación entre la etiqueta que se exige en torno a una mesa y la que se practica en sus vidas diarias.   


EL TACTO


En la era de la inocencia, queridos y queridas se abrazan y se besan la mano, siempre guardando las distancias, de manera comedida, siendo amables y educados. Scorsese mantiene la tensión entre Newland y Ellen, hasta que se produce el primer estallido de emociones en la casa de la Condesa. La intensidad del goce ocasionados por las caricias y el roce nos lo delatan los ojos de la Condesa.

Archer, seguirá por siempre cautivo de su amor por la condesa, con quien conseguirá compartir momentos de placer e intimidad breves pero intensos y finalmente dolorosos en la despedida. 



La calma melancólica de la última escena de la película no es lo que el espectador desearía para un final de cuento. No es trágico pero tampoco es alegre, sin embargo es inevitable. En ese momento ya no existe ningún impedimento para que Archer se reúna con Ellen, sin embargo Wharton elige la continuidad sin la unidad de los personajes, consiguiendo así frustrar nuestras expectativas.
Para terminar, sólo una última y poderosa razón por la que adentrarse en el ambiente de esta película: porque en ninguna otra veremos cómo el que una mujer se desplaze desde una punta a la otra de un salón de invitados para charlar con un hombre, puede causar tal revuelo social.