
Esta deliciosa pelicula ocupa un puesto destacable entre mis preferidas. El motivo principal: porque, entre otras cosas, yo veo cine para dejar escapar mi mente hacia otros lugares, situaciones y personajes ajenos a mi vida y no hay pelicula de reciente producción que lo consiga tanto como esta. Lo tiene todo: fusiona agudeza y carga emocional con vitalidad y humor, un guión inspirado por la novela "Sideways" de Rex Pickett's que sirve como modelo de adaptación y si a esto le unimos un cuarteto de actores acertado y necesario, ya tenemos un 10.
Una cata de vinos, un viaje por carretera destino California's Santa Ynez Valley, para despedir de la soltería a Jack y a su amigo novelista fracasado Miles de la crisis de los 40 tras su ruptura matrimonial y dos sanas y novedades en sus vidas - Maya y Stephanie, son los ingredientes de la pelicula. Las chicas juegan un papel clave en los procesos terapéuticos de los amigos. Un dúo cómico dispar que comparten poco más que su historia y una juventud desaprovechada y marchita, con temor hacia el futuro incierto, y que inevitablemente chocan con la realidad, un contraste claro con la frescura y la capacidad de arriesgar de las chicas.
Dirigida por Alexander Payne, americano de padre griego, puede que sea ese gen europeo el que induce a Payne a tallar peliculas que invitan a la reflexión sobre el desorden de la vida y las imperfecciones humanas, alejándose de los parámetros del cine hollywoodiense. Retando las ambiciones de los estudios por hacer taquilla, Payne escoge a sus actores y prescinde de una opción apetitosa como la de George Clooney por no ser un perdedor creíble para los espectadores. Payne en alguna ocasión, comentó que "realiza peliculas atemporales con personajes realistas e historias inteligentes, inspiradas por los clásicos americos de los años 70 y las grandes de producción italiana". También en palabras del propio director, "existe ahí fuera un público ansioso de peliculas ilustradas - más lentas, observadoras y humanas y que merecen ser realizadas." Y es ese equilibrio entre la humano y lo "divino" del vino lo que se consigue en esta cinta.

Lo que ocurre entre ellos es la materia de la pelicula y no debe ser revelado aqui, sólo he de destacar que Miles y Maya protagonizan una de las escenas más apacible y conmovedora de las que he visto en los últimos años. Sentados en el porche de la casa de Stephanie, tras la cena, Miles y Maya disfrutan de una copa de vino hablando de vino. El le describe las cualidades de su uva predilecta, la Pinot Noir, y mientras menciona la finura de su piel, su fragilidad y falta de adaptación a cualquier medio, ella se da cuenta de que se está describiendo a si mismo y es ahí cuando descubre que se está enamorando de el. Todo ello envuelto en una banda sonora empapada en jazz que dirige el escocés Rolfo Kent y que recrea atmósferas bucólicas difíciles de superar.
Un brindis por este deleite de corte vintage que se acerca mucho y bien a todo lo bueno que se puede esperar de la vida y de las personas. Es como el Cheval Blanc, una ocasión especial.